A menudo, mi mamá se desespera
buscándolos. Pobrecilla, me da pena. Dice que los mete en la lavadora atados en
pareja para que no se pierdan. Yo sólo cojo de colorines y de uno en uno cada
vez porque los necesito para los pies y las manos. Es que, por las noches paso
mucho frío asustando al vecindario, aunque en el fondo lo que más me gusta,
como a todos los fantasmas, es mirarme en el espejo de casa, para olvidarme del
miedo y divertirme viendo una sábana blanca y cuatro calcetines de colores, que se mueven y
bailan solos.
IsidroMoreno
-Publicado en antología: «En las estrellas», (El Muro del escritor) marzo-2021
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