viernes, 18 de noviembre de 2022

JUEGOS DE ADULTOS



El sol salió como todos los días y el jardín lucía todo su esplendor de reciente primavera.
Esa paz, apreciada tras el gran ventanal, resultaba ajena a aquellos tres hombres que elucubraban absortos ante un mapa de Europa desplegado en la mesa. Sobre el papel marcaban nuevas fronteras, sesgaban países a golpe de regla y rotulador, borraban viejas fronteras, movían de acá para allá sus camiones de plástico, los tanques de cartón y muchos soldaditos de plomo.
Aunque sus teorías imperialistas y teatrales poses grandilocuentes parecían bromas, ningún guiño mostraba un ápice de humor sino más bien de disimulada locura.
Se sentían dueños del mundo, poseedores de la verdad y redactores del derecho universal. Discutían sobre la forma de optimizar el armamento y sobre daños colaterales por guerra nuclear. Del precio de las vidas humanas no hablaban.
Al abrirse la puerta de la sala, los tres hombrecillos, en una ensayada maniobra para evitar sospechas, cubrieron la mesa con el tapete verde del juego de cartas sobre el que esparcieron unos naipes y, con caras de póker, se dispusieron a tomar las pastillas que con rigor diario les hacían tomar los fornidos enfermeros del psiquiátrico.

 

IsidrøMorenø


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