“ARAYASHIKI”
Sin
mediar palabra, se separó del grupo guiado. A sus veintiocho años, era la
primera vez que salía al extranjero y por tanto, la primera vez que viajaba a
ese país, pero tanto el idioma como las calles de esa ciudad le resultaban sorprendentemente
familiares. Dejándose llevar por un extraño sentido, se internó por estrechas
callejuelas, cruzó recoletas plazas y finalmente, por algún extraño estímulo, se
detuvo ante una puerta a la que llamó golpeando con sus nudillos. Amablemente solicitó
entrar al anciano inquilino. Preguntó si mantenía, en una pared del patio
interior, una pequeña placa de cerámica con la imagen de una virgen y un número
en una esquina: 1816
El
anciano, que habitaba la casa desde hacía más de cincuenta años, quedó
estupefacto al oír aquello. Sí,
efectivamente existía la decorativa imagen
en cerámica y además el misterioso
viajero, conocía perfectamente todas las dependencias y ciertos recovecos de la
vivienda, sin embargo, jamás había entrado en aquella vieja casa
El
joven viajero se sintió eufórico, pues, tras muchos años y múltiples visiones
extrañas e inconfesables por ser más propias de un loco, se confirmaba su
denostada teoría de “Arayashiki o de
la reencarnación” y ese ignorado octavo sentido, le había mostrado su lugar de
nacimiento, su lengua natal y su antigua casa en la que un día, él mismo engarzó
en la pared una baldosa con la imagen de una virgen. Pero eso fue a principios
del siglo XIX, en su anterior vida.
IsidroMoreno
(Obra seleccionada en “Concurso de Relatos “Musas de Verano”
Tema: Recuerdos. Publicada en antología por “Letras con arte”. Julio-2016)
No hay comentarios:
Publicar un comentario