Las jóvenes doncellas, ataviadas con
sus más lindas ropas, desfilaban en su paseo dominical hacia la alameda, en la
ribera del río.
Los domingos, los sapos exhibían su
figura y su croar dejándose ver por la misma ribera.
La hermosa joven capturó un hermoso
sapo que, aunque verde, la observaba con grandes ojos.
El hermoso y gallardo sapo, con su
afinado croar, su mirada lasciva y su apuesta pose de príncipe azul, se dejó
atrapar por la joven doncella.
Tras un largo beso, lo acostó bajo su
almohada y, dormida, esperó al alba.
Cuando despertó, el sapo todavía estaba allí.
IsidroMoreno
(Relato finalista en concurso "Wonderland de RNE -4". Semana del 20-octubre-2018. Publicado en Facebook)
Todavía estaba allí y, para peor, ya nunca se iría.
ResponderEliminarSaludos,
J.
Bueno, ¿Quién sabe?
EliminarMuchas gracias, José A. por leer y comentar.