«Ser o no ser, esa es la cuestión», se preguntaba Aureliano Buendía ante el pelotón de fusilamiento y con los ojos vendados cuando percibió que violentamente lo asían por el brazo y lo izaban hasta la grupa de Rocinante para huir junto con D. Alonso Quijano.
Habiendo llegado a Barataria, fueron recibidos por Le Petit Prince, quien con regia calma
les condujo ante el Capitán Nemo pues, al parecer, eran invitados a su mesa
colmada de ricos manjares. Aureliano, escéptico como siempre, preguntó al
Principito dónde estaba el tal Nemo y la mesa de viandas, a lo que el joven
príncipe, de rostro angelical y manto de armiño, le susurró al oído que «lo
esencial es invisible para los ojos».
El examen de literatura había comenzado hacía un buen
rato, pero la noche anterior en vela, las anfetaminas y el sueño le confundían
sobremanera y en su folio de examen sólo había escrito una línea: El Ingenioso
Hamlet, que viajó veinte mil leguas por un pequeño planeta y durante cien años
en solitario…
Miró al estrado buscando inspiración y seres reales
para alejar sus fantasías. Sin embargo, sólo pudo constatar que el dinosaurio todavía no había llegado.
IsidroMoreno
(Publicado en Revista "El Callejón de las Once Esquinas" Diciembre-2017)
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