El presidente de Cofradías hablaba al nutrido grupo del colectivo pesquero. Una tragedia había acabado con siete pescadores que faenaban en alta mar.
El orador aludía retóricamente a esos trabajadores y a su dura
profesión. Enardecido por el mar, su mitología, la crueldad y peligros marinos,
se refirió a los curtidos marineros como hechizados por sublimes cantos de
sirenas y, en su delirio con el mar, a veces traspasaban unas peligrosas fronteras
sin retorno.
Apareció en el escenario, sobre silla de ruedas, una señora de larga y pelirroja
melena, entrada en años y arropada por una manta.
Pidió permiso y, tomando el micrófono, arengó con alabanzas a los sufridos
pescadores pero, a continuación, elevó volumen y tensión en defensa de las
ancestrales sirenas, siempre culpadas de las desgracias y desapariciones de
pescadores, a pesar de ser harto conocidos los frecuentes hábitos de estos
marineros cuando, bajo oscuros sentimientos, la bebida o amores desairados…, acaban
cometiendo errores de trágicas consecuencias.
En aquel momento, se despojó de su manta, exhibiendo bajo la cintura,
una larga y brillante cola de pez; mientras, entre el público, unas voces femeninas
entonaban una hipnotizante melodía coral que sumió en sublime y placentero éxtasis
a los congregados.
IsidroMoreno
(Primer premio en el II CONCURSO DE CUENTO BREVE "UNA FLOR PARA TI" convocado por Tu Concurso Literario.. Junio-2018)
Foto de René Maltête
Se han ahogado todos, en su felicidad.
ResponderEliminarSaludos,
J.