Descubrieron
ignotos y prohibidos placeres. Como consecuencia, fueron expulsados por el
bonachón de su casero.
Aquello
tenía nuevos inconvenientes no previstos, pues suponía que debían buscarse el
sustento diario. Además, descubrieron y cataron la acritud de la vida, sin
embargo, no se arrepentían de su decisión. Ambos se habían aburrido de aquel paraíso y de la monótona felicidad
eterna.
—Al menos, ahora, los días son más animados,
¡dónde va a parar!
A
menudo recuerda con nostalgia los viejos tiempos y, con el pequeño Caín en sus
brazos, Eva maldice a la serpiente, pero presiente el inicio de una fructífera
Humanidad.
IsidroMoreno
(Relato finalista y seleccionado en concurso "Cuentos para el Andén". Publicado en su revista núm. 69 de Julio-2018)
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